
LA VIOLENCIA LABORAL EN CONTRA DE MUJERES Y
HOMBRES CON HIJAS E HIJOS DENTRO DEL ESPECTRO AUTISTA.
El tema de violencia en los centros de trabajo, es algo que por muchos años ha estado presente, pero en la actualidad, el tema de discriminación y violencia van de la mano ya que la discriminación es un fenómeno social y cultural expresado a través de marginación, burlas, chistes, desprecios y otras acciones aún más violentas, originadas por la negación de los derechos de las personas en razón del color de su piel, lugar de origen, apariencia física o preferencia sexual, entre otros aspectos, por lo que en materia laboral algunos patrones o jefes, realizan actos discriminatorios al negarles permisos a madres o padres con menores con autismo.
Para poder hablar de esta violencia que sufren trabajadores en sus centros o dependencias de trabajo, es muy importante primero que todo, comprender que es el autismo.
Este tipo de trastorno que sufren algunos de nuestras niñas y niños en la actualidad el cual de acuerdo a las estadísticas ha ido incrementando de manera considerable en los últimos años, debemos comenzar por conceptualizar y conocer el significado del término autismo y este proviene, etimológicamente, de la palabra griega autos que significa “sí mismo”, y que hace referencia a la expresión de ausentismo que presenta este padecimiento.

Fue utilizado por primera vez en el año 1911, por el psiquiatra suizo Eugene Bleuler para referirse a un trastorno del pensamiento. Pero no fue sino hasta 1943, gracias a la investigación y descripción del término hecha por el psiquiatra austriaco Leo Kanner, que el síndrome adquiere la categoría de diagnóstico médico.[1]
El autismo es un síndrome neuropsicológico complejo que se agrupa dentro de los llamados trastornos generalizados del desarrollo (TGD). Es un conjunto de síntomas que caracterizan un trastorno degenerativo del desarrollo bio-psico-social como son las habilidades para la interacción social, habilidades para la comunicación o la presencia de comportamientos, intereses o actividades estereotipados.
Aún cuando el psiquiatra Kanner lo define como “una innata alteración autista del contacto afectivo”, puede decirse también que el autismo es la concentración de la atención de una persona en su propia intimidad, demostrando un desinterés hacia el mundo exterior y hacia quienes la rodean.
Actualmente se identifica al trastorno del espectro autista (TEA) de varias maneras: síndrome de Kanner, autismo infantil precoz, autismo anormal primario, autismo encapsulado secundario, esquizofrenia de tipo autista, desarrollo atípico de la niñez con rasgos autistas y retraso mental asociado con autismo. Al autismo se clasifica en 4 tipos: Clásico o de Kanner (severo), Trastorno Generalizado del Desarrollo (moderado), Trastorno Pervasivo del Desarrollo (leve) y, Síndrome de Rett.
Las características de los síntomas se agrupan en tres categorías:
Alteraciones en la interacción social: generalmente tienden a aislarse y no responder a estímulos específicos, no muestran disposición a la interacción con otras personas y no prestan atención a lo que sucede a su alrededor.
Alteraciones en el lenguaje y la comunicación verbal y no verbal: el niño autista es incapaz de utilizar el lenguaje con sentido, o de procesar la información que recibe del medio, presenta una ausencia del habla parcial o total, y en aquellos que hablan solo se presenta la ecolalia.
Patrones de comportamiento, intereses o actividades: muestran una conducta o movimientos repetitivos o rituales específicos antes o durante la realización de alguna actividad; se resisten al cambio de las cosas, cualquier variación en el ambiente o en las acciones provoca una alteración o malestar; y pueden presentar también una conducta auto-lesiva.
Otras características comunes en el comportamiento del autista son:
Marcada falta de reconocimiento de la existencia o de los sentimientos de los demás.
Ausencia de búsqueda de consuelo en momentos de aflicción.
Ausencia de capacidad de imitación.
Ausencia de juego social.
Marcada anormalidad en la comunicación no verbal.
Ausencia de actividad imaginativa.
Marcada anomalía en la emisión del lenguaje con afectación.
Movimientos corporales estereotipados.
Preocupación persistente por parte de objetos.
Limitación marcada de intereses, con concentración en un interés particular.
El diagnóstico de autismo se basa en la conducta, y la interpretación de la significación de una conducta alterada, ausente o retrasada depende de una sólida base de conocimiento clínico.
La primera fase consiste en la detección, donde las observaciones hechas por las madres y padres de familia, sobre el desarrollo de la niña o niño serán de gran ayuda para su diagnóstico. Las manifestaciones del autismo son muy amplias al igual que inconstantes por lo que, según los criterios de diagnóstico del DMS-IV-TR (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), requieren de la valoración de las tres categorías sintomatológicas descritas anteriormente; las cuales deben empezar a manifestarse antes de los tres primeros años de edad de la niña y niño.
El Trastorno cualitativo de la relación, expresado como mínimo en dos de las siguientes manifestaciones:
a) Trastorno importante en muchas conductas de relación no verbal, como la mirada a los ojos, la expresión facial, las posturas corporales y los gestos para regular la interacción social.
b) Incapacidad para desarrollar relaciones con iguales, adecuadas al nivel de desarrollo.
c) Ausencia de conductas espontáneas encaminadas a compartir placeres, intereses o logros con otras personas (por ejemplo, de conductas de señalar o mostrar objetos de interés).
d) Falta de reciprocidad social o emocional.
1.- Trastornos cualitativos de la comunicación, expresados como mínimo en una de las siguientes manifestaciones:
a) Retraso o ausencia completa de desarrollo del lenguaje oral (que no se intenta compensar con medios alternativos de comunicación, como los gestos o mímica).
b) En personas con habla adecuada, trastorno importante en la capacidad de iniciar o mantener conversaciones.
c) Empleo estereotipado o repetitivo del lenguaje, o uso de un lenguaje idiosincrásico.
d) Falta de juego de ficción espontáneo y variado, o de juego de imitación social adecuado al nivel de desarrollo.
2.- Patrones de conducta, interés o actividad restrictivos, repetitivos y estereotipados, expresados como mínimo en una de las siguientes manifestaciones:
a) Preocupación excesiva por un foco de interés (o varios) restringido y estereotipado, anormal por su intensidad o contenido.
b) Adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales específicos y no funcionales.
c) Estereotipias motoras repetitivas (por ejemplo, sacudidas de manos, retorcer los dedos, movimientos complejos de todo el cuerpo, etc.).
d) Preocupación persistente por partes de objetos.
Antes de los tres años, deben producirse retrasos o alteraciones en una de estas tres áreas: (1) Interacción social, (2) Empleo comunicativo del lenguaje o (3) Juego simbólico.
El trastorno no se explica mejor por un Síndrome de Rett o trastorno desintegrativo de la niñez. El diagnóstico del autismo puede dificultarse a causa de varias razones como son: la publicidad que se ha hecho sobre el tema, la cual no es comprensible en toda ocasión; la gran cantidad de aplicaciones que han recibido los criterios de diagnóstico, es decir la complejidad de sus características y la dificultad para identificarlas y distinguirlas de otros síndromes; la falta de signos o rasgos físicos visibles que aseguren el padecimiento de algún trastorno, y la ausencia de indicadores psicobiológicos que puedan tomarse en cuenta para afirmar o negar el diagnóstico.

A estas razones se suma también la complicación que representa la sintomatología del autismo, ya que suele encontrarse también en otras enfermedades y por lo general presenta diferentes grados en las distintas etapas del desarrollo. Además de la variedad de definiciones y de su poca precisión, está la heterogeneidad de la población y la gran variedad de instrumentos utilizados para el diagnóstico, La obtención de un diagnóstico temprano es crítica; dado que la edad óptima para comenzar una intervención intensiva del comportamiento es antes de los 5 años de edad y los mayores éxitos se han logrado en niñas y niños que inician un tratamiento entre los dos y tres años.
Lo anterior tiene su explicación ya que puede deberse al hecho de que un cerebro en desarrollo es más flexible a esta edad; y el ejercer una intensa, repetitiva y activa interacción sobre el comportamiento del niño, tal vez influya en los circuitos neurales, corrigiéndolos antes de que las correlaciones neurobiológicas del comportamiento autista se conviertan en algo relativamente permanente.
Por lo que resulta extremadamente importante obtener un diagnóstico certero, ya que el autismo puede llegar a confundirse con el Síndrome de Asperger o el Síndrome de Rett, porque aunque estos desordenes comparten algunos síntomas requieren de tratamientos distintos. Aun con el autismo el tratamiento difiere de paciente a paciente, puesto que existen distintos grados dentro del mismo.[2]
Una vez que tenemos el contexto de nuestro tema, es importante mencionar queno existe mucha difusión o conocimiento en este tema que debería ser importante no solo en México sino en todo el mundo.
Los datos estadísticos que tenemos, los encontramos en el Gobierno del Estado de México, quien publicó un artículo en su portal, relativo al día 2 de abril en el que se conmemora “Día Mundial del Autismo” y nos dice:
Se considera que la incidencia de autismo a nivel mundial es de 3 a 6 niños/as de cada mil, existiendo cuatro veces más probabilidades de aparición en los varones que en las mujeres, sin distinción de razas, nivel socioeconómico o área geográfica.
A nivel mundial se calcula que 1 de cada 160 niños tiene un TEA. Esta estimación representa una cifra media, pues la prevalencia observada varía considerablemente entre los distintos estudios. No obstante, en algunos estudios bien controlados se han registrado cifras notablemente mayores. La prevalencia de TEA en muchos países de ingresos bajos y medios es hasta ahora desconocida.
En México se ha realizado un estudio de prevalencia del autismo (2016). La cifra indica que 1 de cada 115 niñas y niños, estarían en esa condición. Este estudio fue realizado por científicos financiados por la organización Autismo Speaks – la conocida asociación estadounidense dedicada a la difusión de información y concienciación sobre este desorden del desarrollo – y se realizó exclusivamente en León, Guanajuato.
Casi 1% de todas las niñas y niños en México, alrededor de 400 mil, tienen autismo. Debido a que éste es el primer estudio de prevalencia en México, no se puede comparar esto con la prevalencia en años previos, pero para comparación, hace 20 años se pensaba que el autismo afectaba a uno de cada mil o menos niñas y niños en EEUU. Así que 400 mil es un número muy importante y un problema urgente de salud pública en México.[3]
Datos que encienden las alarmas para que las madres y padres de familias tengan conocimiento del tema y de forma oportuna atiendan a sus niñas y niños.
César Reynoso Flores, pediatra del Hospital Infantil de México y Director de la Clínica de Autismo del Centro Neurológico ABC, considera que las personas con autismo al no ser diagnosticadas de manera oportuna, llegan a edad adulta con menores posibilidades de atención.
Y afirma que, tanto las personas con ese trastorno, al igual que sus familiares, requieren apoyo para lograr su inclusión, pues en diversas ocasiones hasta los padres sueles ser discriminados “porque sus hijos hacen berrinches y se golpean la cara en ciertos momentos”.
Lo que hace evidente que falta mucha difusión y capacitación para atenderlo, pues en las instituciones educativas y de salud, les hacen falta desarrollar programas para la detección temprana, porque entre más rápido se detecte van a tener mejor calidad de vida.
A pesar de que hace un año el Gobierno de la Ciudad de México, abrió la primera Clínica de Autismo, que ha atendido a unas 651 personas, el especialista considera falta mucho por trabajar en el país.“Principalmente debe brindarse mayor capacitación a pediatras y psiquiatras para identificar este tipo de trastorno, así como trabajar con padres de familia para que sepan manejar situaciones con las personas con autismo”.
Por otra parte, la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHCM) considera necesario dejar de limitar el tema de la discapacidad a la atención de las deficiencias y contemplar la modificación de entornos a partir de las necesidades específicas de cada persona para logra su inclusión social.
La CDHCM señaló que el autismo ha sido concebido a partir del modelo médico de la discapacidad.[4]
En virtud de lo anterior, en mi calidad de Presidente de la Junta Especial de Conciliación y Arbitraje de la Ciudad de México, considero que, debemos redoblar esfuerzos para visibilizar y ser empáticos con los trabajadores de nuestro país y primero que nada, hacer la difusión necesaria para que se conozca este tipo de trastorno que ha ido creciendo en los últimos años en el mundo entero y lo más importante es proteger a nuestros trabajadores, ya que como padres son los que llevan esa doble carga, la del cuidado de sus menores en esa situación y la responsabilidad como trabajadores que deben cumplir con un horario y trabajo designado.
Atendiendo esta situación, y como Presidente de este Tribunal del Trabajo, es mi deber respetar y promover en todo momento, los Derechos Humanos fundamentales de nuestros trabajadores, que tengan hijas, hijos e incluso adultos con el trastorno del espectro autista.
Para lo cual debemos comenzar a trabajar, en la detección de trabajadores que cuenten con menores o adultos a su cargo con autismo, una vez hecho lo anterior, se implementen los mecanismos necesarios para poder apoyar a sus trabajadores con horarios de trabajo especiales, ausentarse cuando se requiera, con el justificante correspondiente por parte de la Institución de Salud donde sea atendido al menor o adulto correspondiente.
No permitamos el despido de trabajadores que se ausentan por atender la salud de sus hijas, hijos y/o adultos en esta situación, porque el hacerlo se considera violencia laboral, además de sufrir una revictimización, ya que el hecho de tener un hijo con autismo la carga emocional es muy grande y sumarle un despido con el cual dejara de percibir sus ingresos, tendría como consecuencia poder dejar de atender en su salud a su menor o adulto a su cargo.
Es momento que erradiquemos de los centros de trabajo, este tipo de conductas, y por el contrario debemos fomentar la protección de los derechos a sus trabajadores por parte de los patrones, pues lo importante es que el trabajador que esté pasando por esa difícil situación, se sienta apoyado y protegido en sus derechos fundamentales, como lo son el derecho a la Salud y al Trabajo.
Estoy seguro que sumando esfuerzos y, haciendo nuestro trabajo de la mejor forma, se puede lograr atender esta problemática social, que ha venido creciendo en los últimos años en nuestro país.
[1]Josep Artigas-Pallaresa, Isabel Paulab , El autismo 70 años después de Leo Kanner y Hans Asperger, JULIO 2011, https://scielo.isciii.es/
[2]CENTRO DE DESARROLLO PARA PERSONAS CON AUTISMO EN HERMOSILLO, SONORA, chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/http://tesis.uson.mx/digital/tesis/docs/21682/Capitulo1.pd, 8 DE NOVIEMBRE DE 2023.
[3] Gobierno del Estado de Méxicohttps://edomex.gob.mx/autismo#: 8 de noviembre de 2023.
[4]En México prevalecen la falta de información y la exclusión hacia personas con autismo: especialistas, https://www.animalpolitico.com/sociedad/desinformacion-segrega-a-ninos-con-autismo-en-mexico, 8 de noviembre de 2023.
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